“ Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías. ”
Confucio
Desde su más tierna infancia, el adepto ha
recibido por parte de su entorno mensajes que siempre van orientados
hacia su propio bienestar, para ello se incluyen mensajes para programar
su mente hacia generar el menor mal posible hacia los demás, ya que de
otra manera el propio adepto recibirá también mal por parte de los
afectados.
Cuando el adepto aspira a convertirse en un mago ha de desprenderse, tal como se expresó en otro apartado anterior,
de todo cuanto ha recibido en enseñanza y dogma desde su infancia
temprana. Para ello es imprescindible analizar cualquier situación sin
tener en cuenta el tránsito interno de las emociones que siempre generan
ataduras de cualquier tipo, llegando con ello a atar al propio adepto a
personas y situaciones que le impiden seguir caminando por el
Conocimiento.
Llegados a este punto es importante desprenderse de todo miedo, aunque probablemente esto ya se dio cuando el adepto tuvo que atravesar la Peligrosa Capilla,
lo cierto es que el Adversario se manifiesta en todas las formas y
maneras posibles para conseguir zancadillear la trayectoria de aquel
adepto que va progresando. Es preciso al analizar un estado previo a la
alterabilidad del adepto si aquello que se va a alterar desembocará en
una situación óptima e incluso favorable respecto a la previa o, si al
contrario, toda intervención del adepto significará una degeneración de
estado que perjudicará ya no al propio operador sino a alguna de las
entidades que intervendrán en el tránsito de una situación a otra.
Para ello, el adepto ha de juzgar por sí
mismo – sin recibir ningún tipo de orientación externa ajena a su propia
conciencia – si su operación mantendrá un equilibrio tal como en la
balanza de Astrea o si por el contrario una de las dos partes saldrá
favorecida mientras que la otra perderá su condición para no obtener una
favorable tras la alteración de estado. Es preciso desprenderse de
valores como el bien o el mal puesto que no tienen validez en los planos
donde se operará; más bien serán valores de justicia los que imperan
allí, debe darse pues una situación previa y posterior que mantenga un
equilibrio entre las partes, sin que por ello degenere ninguna de las
dos en su alteración.
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