jueves, 24 de abril de 2014

Cómo debe operar un mago ante una situación difícil

“ Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías. ”

Confucio

Desde su más tierna infancia, el adepto ha recibido por parte de su entorno mensajes que siempre van orientados hacia su propio bienestar, para ello se incluyen mensajes para programar su mente hacia generar el menor mal posible hacia los demás, ya que de otra manera el propio adepto recibirá también mal por parte de los afectados.

Cuando el adepto aspira a convertirse en un mago ha de desprenderse, tal como se expresó en otro apartado anterior, de todo cuanto ha recibido en enseñanza y dogma desde su infancia temprana. Para ello es imprescindible analizar cualquier situación sin tener en cuenta el tránsito interno de las emociones que siempre generan ataduras de cualquier tipo, llegando con ello a atar al propio adepto a personas y situaciones que le impiden seguir caminando por el Conocimiento.

Llegados a este punto es importante desprenderse de todo miedo, aunque probablemente esto ya se dio cuando el adepto tuvo que atravesar la Peligrosa Capilla, lo cierto es que el Adversario se manifiesta en todas las formas y maneras posibles para conseguir zancadillear la trayectoria de aquel adepto que va progresando. Es preciso al analizar un estado previo a la alterabilidad del adepto si aquello que se va a alterar desembocará en una situación óptima e incluso favorable respecto a la previa o, si al contrario, toda intervención del adepto significará una degeneración de estado que perjudicará ya no al propio operador sino a alguna de las entidades que intervendrán en el tránsito de una situación a otra.

Para ello, el adepto ha de juzgar por sí mismo – sin recibir ningún tipo de orientación externa ajena a su propia conciencia – si su operación mantendrá un equilibrio tal como en la balanza de Astrea o si por el contrario una de las dos partes saldrá favorecida mientras que la otra perderá su condición para no obtener una favorable tras la alteración de estado. Es preciso desprenderse de valores como el bien o el mal puesto que no tienen validez en los planos donde se operará; más bien serán valores de justicia los que imperan allí, debe darse pues una situación previa y posterior que mantenga un equilibrio entre las partes, sin que por ello degenere ninguna de las dos en su alteración.




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