El adepto ha de comprender el concepto de
meditación. La meditación es el medio por el que el mago obtiene la
fuente de vida necesaria e imprescindible para operar y tener éxito en
los rituales que prevea realizar. Sin meditación, todo intento de llevar
a la práctica cualquier conocimiento con respecto a la magia ceremonial
resultará siempre infructuoso, generando una frustración permanente
que, tarde o temprano, desembocará en desgana y en el correspondiente
abandono de la Ciencia.
Para sacar buen
rédito de la meditación es preciso hallarse en un lugar solitario, donde
el adepto no pueda ser interrumpido por nadie. El tiempo no es
relevante; la meditación puede realizarse en 10 minutos o 1 hora
diarias, tanto como desee o pueda disponer.
Para iniciar la meditación, lo más probable
es que en las tres o cuatro primeras sesiones todo intento resulte
fútil, sin llegar a conectar con la Esencia necesaria para obtener la
fuente de vida. No obstante aquí se trata de resistir y consolidar una
posición de voluntad, tal como sucedió en el ejercicio de la Peligrosa Capilla.
Si el adepto es capaz de soportar los intentos fallidos y consigue con
voluntad aferrarse a su objetivo, obtendrá resultados. El cuando es lo
de menos.
Es preciso tratar de no pensar en nada; he
aquí la parte más complicada para quienes se inician en el sendero del
Conocimiento. Pueden utilizarse una serie de trucos, como centrar el
pensamiento en una sola cosa sin importancia; por ejemplo, empezar por
un número como el 49 e ir sumando de 7 en 7. También concentrarse con la
propia respiración.
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