“ Es la acción la que demuestra la vida y es también la acción la que demuestra la voluntad. ”
Eliphas Levi
No son pocos los adeptos que después de
haber leído centenares de páginas sobre rituales ceremoniales y autores
del más diverso signo esotérico toman la firme decisión de empezar a
operar por sí mismos, resultando todos sus intentos para modificar su
entorno un estrepitoso fracaso por el que se sienten culpables al no
verse capacitados para crecer espiritualmente.
Tomar una decisión en una sociedad donde el consumo masificado se ha
estandarizado resulta realmente complicado. De un lado, la persona común
y corriente occidental hoy día está acostumbrada a cambiar de teléfono
móvil tan pronto la batería del que dispone empieza a dar primeros
síntomas de desgaste, sin embargo de otro lado espera obtener resultados
inmediatos en su modificación de los planos de realidad en que habita
temporalmente.
En efecto no habrá cambio alguno en la
situación del adepto si éste es incapaz de operar conforme al principio
fundamental de la Voluntad. Tener voluntad es algo mucho más potente y
difícil de conseguir que desear. Cualquier hombre medio desea a
numerosas mujeres cada día desde el mismo instante en que pone un pie en
la calle al salir de su residencia habitual. Para el adepto, no
obstante, solo debe estar en su cabeza un único deseo, una única cosa en
la que poner toda su atención. El Gran Maestro Eliphas Levi lo resumió
con un contundente “el Reino de los magos no está en este mundo”.
En efecto, si el adepto aspira a transformar su vida – transformando de
facto su realidad cotidiana, su rutina, a tal efecto – ha de tomar en
consideración desprenderse de todo cuanto en la actualidad tiene en
mente para centrar toda su atención en aquellos objetivos que aspira a
lograr a través de la ceremonia ritual.
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